11.2.06

belle & sebastian

un siglo de elvis

Estábamos sentados en el living sobre el sofá, de espaldas, mirando por la ventana. Todo estaba tranquilo, y entonces en el estacionamiento de enfrente vimos a Elvis –mirá, ahí al lado de la camioneta del cartero- y estaba caminando alrededor de la camioneta del cartero, mirando por la puerta abierta. Miraba como si estuviese pensando en entrar, pero entonces el cartero volvió, y él se fue, caminó delante de la ventana hasta las escaleras, y entonces al pie de las escaleras justo al lado de la oficina del guardián, empezó a lamer la vereda.
Cada noche desde que nos mudamos a la casa nueva tenemos este ruido afuera de la puerta a eso de las siete y media o a las ocho en punto todas las noches. Y si vamos y miramos afuera de la puerta, Elvis va a estar ahí parado esperando que lo dejen entrar. Y entonces da vueltas por el living, por ahí se sienta en una de esas sillas o hasta se tira en el piso. No dice mucho, solamente se queda ahí una hora o dos, mirando la tele. Le hablamos un poco, y entonces a eso de las diez, él se va a ir otra vez, y no va a volver hasta la noche siguiente. Hay un montón de callejones y esas cosas por acá, alrededor de la casa –aunque está justo en el medio de la ciudad se parece mucho al campo, está terriblemente escondida- seguros supongo, hechos para la vida nocturna. Hay un montón de ardillas y pájaros, y Stuart dice que vio unos nueve zorros por ahí cuando saltó el alambrado camino a Prior´s Road.
A veces podés salir a caminar, y cuando ya estuviste afuera un ratito, ni siquiera sabés dónde estás, entonces sería demasiado difícil para cualquier otro encontrarte. Supongo que es por eso que pasa tanto tiempo ahí, por eso se vino a vivir acá, o por ahí son sólo las ardillas. Leí en algún lugar que le gustan un montón las ardillas. Están estos dos videos que nos regalaron para el casamiento – los archivos E, archivos E uno y archivos E dos – acerca de cómo se supone que Elvis todavía está vivo. Y una vez cuando él vino por acá estábamos viendo uno de ésos, pero no dijo nada, sólo se sentó en el sillón. Estaba jugando un poco con su collar, y nosotros lo vimos todo y entonces cuando terminó, solamente se levantó y se fue caminando entre la niebla sin decir nada.
Las primeras veces que vino por acá no le hablaba mucho, no estaba realmente seguro de qué decirle. Y Karen le hablaba un montón –ella parecía saber qué hacer más que yo-. Tenía unos modales bastante extraños, igualmente. Hurgaba en tus cosas y las revisaba, entonces por ahí agarraba algo y jugaba con eso un ratito, pero nunca hacía ningún comentario de nada de eso. Me parecía demasiado rudo. Solamente observaba todo lo que hacía Karen, y escuchaba cómo le hablaba y entonces, después de un tiempo empecé a copiar eso, y a decirle unas cositas, realmente no me molestaba si me respondía o si decía algo o no. Creo que la primera vez que le hablé estábamos sentados en el entrepiso y le dije que le contaría de mí y de Karen, y cómo fue que habíamos ido a vivir ahí. Pensé que probablemente le gustaba el hecho de que estábamos viviendo ahí porque venía mucho, entonces pensé que quizás querría saber cómo fue que pasó. Lo hicimos todo contra la corriente, le dije. Primero tuvimos que conocernos, y entonces un tiempo después que nos conocimos, y cuando nos habíamos conocido durante unos siete años decidimos celebrar un aniversario, y eso estuvo muy bueno, entonces después del aniversario tuvimos una luna de miel, y eso estuvo muy bueno, también, entonces después decidimos que nos casaríamos. Por eso estamos viviendo acá ahora. Solía pensar que mi papá era Elvis, pero todavía no se lo dije. Tampoco se lo dije a mi papá…

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